11 de febrero de 2014

La opinión de los expertos sobre el Life del Urogallo cantábrico

El Ministerio de Medio Ambiente editó en el año 2003 el libro "El Urogallo (Tetrao urogallus cantabricus) en la Cordillera Cantábrica", donde se concluye que no es la mortalidad de los adultos, sino el bajo reclutamiento de juveniles el principal problema. Sin saber a ciencia cierta cómo es de importante la reducción y fragmentación del hábitat, el efecto de los depredadores sobre los huevos y los pollos o el ramoneo de las poblaciones en rápido aumento del ciervo (Cervus elaphus) o del cada vez más abundante ganado bovino, se decidió manejar el hábitat de la especie con el objetivo de favorecer al arándano (Vaccinium myrtillus), que le sirve de alimento.

Puede consultarse al respecto el libro "Manual de conservación y manejo del hábitat del urogallo cantábrico", editado en el año 2005, también por el Ministerio de Medio Ambiente. Gracias al dinero llegado desde Europa en octubre de 2010 para el proyecto Life "Programa de acciones urgentes para la conservación del urogallo y su hábitat en la cordillera Cantábrica", además de un programa de cría en cautividad, se han iniciado actuaciones de manejo del hábitat. Con parte de un presupuesto de más 3,5 millones de euros para el periodo 2010-2012 se han realizado desbroces de grandes extensiones de matorral con maquinaria pesada cerca de los cantaderos con el objetivo de aumentar las superficies con arándano y pasto, donde las hembras encontrarían más fácilmente el alimento que necesitan para sus pollos.

Sin embargo, se conocen poblaciones asentadas en zonas con poco arándano y pasto dentro de la Cordillera Cantábrica y se ha demostrado que las prácticas ganaderas tradicionales no favorecen al urogallo, al contrario de los planteamientos asumidos por el programa Life, que creen que un supuesto abandono de la actividad ganadera (contradicho por las estadísticas ganaderas oficiales; véase anexo 1) ha facilitado el desarrollo excesivo de matorrales y arbustos tanto en zonas abiertas como en sotobosque. Esto se contradice con la evidencia de que las poblaciones más estables de urogallo de la Cordillera Cantábrica se asientan en zonas con grandes bosques no manejados, sin apenas pastizales y con amplias extensiones de brezales y piornales. Las arandaneras en esos sectores, como bien saben los osos, son especialmente productivas en frutos en las zonas expuestas al Sol, en los canchales y en los bordes del bosque.

Si repasamos las medidas de conservación propuestas en la ficha dedicada al urogallo cantábrico del "Libro Rojo de las Aves de España", editado en el 2004 por el Ministerio de Medio Ambiente y la Sociedad Española de Ornitología, no vemos la necesidad de realizar desbroces por ninguna parte. Es más, en cuanto a la gestión del hábitat, se recomienda la "prohibición de las prácticas selvícolas en bosques con urogallo y en la orla de matorral supraforestal" y la "limitación de la construcción y el uso de pistas forestales". Es decir, se ha dedicado dinero en pretendidas medidas de conservación en favor del urogallo en actuaciones que le perjudican.

Además, estos desbroces favorecen el pastoreo del ganado, directo competidor del urogallo, y en el "Libro Rojo de las Aves de España" también se propone "acotar al pastoreo los bosques con presencia de urogallos, así como las zonas adyacentes a los mismos". Parece evidente que esto también favorece a los depredadores de los urogallos, en especial a los depredadores de sus nidos, como los jabalíes. En el "Libro Rojo" se dice que "el aumento de la población de jabalíes en la Cantábrica bien pudiera estar relacionado con un aumento de las tasas de depredación sobre los nidos de urogallo". Es muy probable que estos desbroces conviertan en zonas de campeo de zorro zonas que antes de los desbroces no lo eran en igual medida. Para más detalles sobre los desbroces, puede consultarse:

Documento técnico para la conservación y mejora del hábitat del urogallo (Tetrao urogallus cantabricus) en la cordillera Cantábrica. Enero 2012.
http://www.lifeurogallo.es/system/files/A1_habitat_LIFE_Urogallo_cantabrico.pdf

Fichas del documento técnico anterior.

Rolando Rodríguez Muñoz hace un buen repaso de las amenazas del Urogallo común en la Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles, 26-07-2011.

Factores de amenaza

Se dispone de poca información sobre las causas del declive reciente del urogallo en España, y menos aún sobre el modo en que se ha producido. El escaso éxito reproductor observado en los últimos años, apunta a la baja tasa de reclutamiento como mecanismo principal de pérdida de población (Obeso y Bañuelos, 2003). Esta baja tasa de reclutamiento ha sido relacionada con diversos factores: alteración del hábitat, caza, depresión por endogamia, depredación natural, competencia con ungulados, usos recreativos del hábitat y cambio climático (Obeso y Bañuelos, 2003; Suárez-Seoane y García-Rovés, 2004; Quevedo et al., 2006a; Rodriguez Muñoz et al., 2007), aunque la información científica disponible es muy escasa. La alteración del hábitat y la caza, son los únicos factores claramente documentados (Castroviejo et al., 1974; García et al., 2005; Quevedo et al., 2006a; Quevedo et al., 2006b). En el caso de la población cantábrica, ambos mantuvieron una intensidad muy elevada y sostenida durante la segunda mitad del siglo pasado, (Castroviejo et al., 1974; García et al., 2005), por lo que por sí solos probablemente podrían explicar el declive poblacional observado durante las últimas décadas. 

La pérdida y alteración del hábitat constituye sin duda el principal problema de base para la recuperación del urogallo en España, particularmente en la Cordillera Cantábrica (Obeso y Bañuelos, 2003; Quevedo et al., 2006a). El problema se acentúa debido a que los ecosistemas forestales tardan décadas o cientos de años en recuperarse. En Asturias, una de las regiones clave para el urogallo cantábrico, en la actualidad sólo el 23 % de su área de distribución histórica está ocupada por bosques. Por otra parte, sólo un 1,4 % de estos bosques tiene un área superior a 1 km2 (García et al., 2005). La deforestación tuvo su último episodio intensivo a mediados del Siglo XX. Basándose en las Estadística Forestal de España, Castroviejo et al. (1974) señalan una reducción del 59 % de la superficie ocupada por los hayedos en Asturias entre 1952 y 1962, y del 46 % para los robledales entre 1957 y 1962. Además de esta escasez de hábitat, la mayor parte del área de distribución está afectada por el desarrollo de grandes infraestructuras o aprovechamientos. Carreteras, ferrocarriles, parques eólicos, tendidos eléctricos, vallados, turismo, estaciones de esquí, talas, repoblaciones forestales con especies alóctonas y minas a cielo abierto, destruyen o fragmentan las zonas en las que hubo urogallo hasta los años ochenta y aquellas en las que aún está presente (Rodríguez-Muñoz et al., 2008; González et al., 2010; de la Calzada, 2011). De igual modo inciden los incendios, tanto cuando afectan a zonas forestales como de matorral. En los Pirineos, la gestión forestal y la construcción de infraestructuras turísticas han sido señalados como dos de los principales problemas para la conservación de la especie (Monzón, 1981, Canut et al., 2006). Al margen de la ocupación o destrucción del hábitat derivada de la construcción de cualquier infraestructura, muchas de ellas tienen consecuencias colaterales. Las colisiones con tendidos eléctricos, cables de telesillas y vallados cinegéticos, están bien documentadas y a menudo constituyen una importante causa de mortalidad (Novoa et al., 1990; Catt et al., 1994; Bevanger, 1995; Baines y Summers, 1997). 

La caza es otro factor cuya relevancia está bien documentada en la Cordillera Cantábrica. Aunque los archivos correspondientes a las estadísticas oficiales parecen haberse perdido (Guillermo Fernández, Banco de Datos del MIMAM, com. pers.), parte de esta información se encuentra recogida en algunos informes y publicaciones de los años setenta y ochenta (Castroviejo et al., 1974; Aedo et al., 1986). Los registros disponibles comienzan en la década de los cuarenta, y muestran un incremento en el número de machos cazados, cuyo punto álgido se produjo en la primera mitad de los sesenta. En este periodo, Castroviejo et al. (1974) señalan la caza legal de 226 machos en una superficie que abarca alrededor de la mitad del área de distribución de la especie, y sobre una población que ya en aquella época se consideraba gravemente amenazada. Estos valores no reflejan las pérdidas por caza furtiva, sobre la que los mismos autores señalan que llegó a superar el número de ejemplares cazados legalmente. En 1972 y 1973, algunas zonas registraron porcentajes de furtivismo que oscilaban entre un 20 y un 136 % respecto de los ejemplares cazados legalmente, respectivamente (Castroviejo et al., 1974). Como ejemplo de los niveles de explotación alcanzados, cabe destacar que en la Reserva Nacional de Redes, Castroviejo et al. (1974) estimaron la presencia de un máximo de 14 machos en 1972, en una zona donde en 1964 registraron la caza de 33 machos. 

Aunque ha llegado a considerarse como el principal factor de mortalidad en algunas áreas de la Cordillera Cantábrica (BOC, 2008), la información disponible sobre depredación de urogallo en España es circunstancial, no existiendo ningún estudio al respecto. Utilizando métodos indirectos, Obeso (2003a), comparó la abundancia de depredadores entre zonas con urogallos y zonas en las que se han extinguido recientemente, no encontrando diferencias entre ambas. No se dispone de información alguna sobre la evolución de la densidad de depredadores a lo largo del tiempo. 

En los últimos años, la densidad de ciervos (Cervus elaphus) se ha incrementado considerablemente en la Cordillera Cantábrica, en algunos casos coincidiendo con la desaparición del urogallo (Bañuelos y Obeso, 2003b; Pollo et al., 2003). Densidades elevadas de ciervos pueden condicionar la abundancia de arándano y alterar la composición y cobertura del sotobosque y de sus comunidades de invertebrados (Baines et al., 1994; Fernández y Obeso, 2004). Debido a que tanto el arándano como los invertebrados forestales parecen constituir piezas esenciales en la dieta del urogallo a lo largo de su ciclo de vida (Storch, 1993; Picozzi et al., 1999; Wegge et al., 2005; Blanco-Fontao et al., 2009), el aumento en la densidad de ciervos en gran parte de la Cordillera Cantábrica podría haber contribuido al declive o la desaparición de la especie (Bañuelos y Obeso, 2003b). Aunque hasta el momento no existe ninguna evidencia al respecto, se trata de un factor que debería ser estudiado en detalle (Blanco-Fontao y Quevedo, 2006). 

Varios estudios han demostrado los efectos negativos de la presencia humana sobre los urogallos, al producir alteraciones en su comportamiento e incrementar los niveles de estrés (Summers et al., 2007; Thiel et al., 2007; Jenni-Eiermann y Arlettaz, 2008; Thiel et al., 2008). Las batidas de caza, el senderismo y el esquí, son actividades cada vez más frecuentes tanto en la Cordillera Cantábrica como en los Pirineos. Aunque parece muy probable que las poblaciones españolas sufran problemas relacionados con estas actividades, similares a los observados en otras poblaciones, la información disponible es muy escasa y poco concluyente (Bañuelos y Obeso, 2003a; Suárez-Seoane y García-Rovés, 2004). 

Por último, el cambio climático ha sido señalado como otro de los factores que podrían haber influido en el declive de las poblaciones ibéricas de urogallo, aunque sin considerarlo determinante (Obeso, 2003c). Algunos autores han descrito una relación significativa entre la climatología primaveral y el éxito reproductor del urogallo (Slagsvold y Grasaas, 1979; Moss et al., 2001), cuyo efecto podrían verse acentuado en las próximas décadas de acuerdo con las previsiones de cambio climático. En todo caso, no existe evidencia alguna que apoye la influencia de este factor sobre el declive reciente de la población española de urogallo

Medidas de conservación

La caza de urogallos se vedó en España en 1979 (BOE, 1979). Desde entonces se han aprobado varios textos legales (ver apartado sobre estado de conservación) y planes de gestión destinados a fomentar su conservación (BOPA, 2003; BOCyL, 2009). Toda esta legislación se ha mostrado repetidamente ineficaz y la proliferación de obras y aprovechamientos de todo tipo dentro del área de distribución del urogallo continúa reduciendo el escaso hábitat disponible, en muchos casos de manera irreversible. 

Al margen de las medidas de tipo legal y pese al avanzado estado de deterioro de la población Cantábrica, las primeras actuaciones prácticas han comenzado a aplicarse muy recientemente, tras la aprobación de sendas estrategias nacionales de conservación de las poblaciones cantábrica y pirenaica. Ambas estrategias recogen un amplio abanico de líneas de actuación, de entre las cuales las más potenciadas hasta el momento en el área cantábrica, han sido la puesta en marcha de un programa de cría en cautividad (FB, 2005; Boev et al., 2007) y el manejo forestal dirigido a la eliminación de matorral, la apertura de claros en los bosques y la plantación de arándanos (SEO/BirdLife, 2005; Álvarez Cabrero, 2008; Martí et al., 2008; BOE, 2010). 

Los programas de cría en cautividad han sido expresamente desaconsejados por el grupo de especialistas en tetraónidas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), por su ineficacia y elevado coste (Storch, 2007). En las últimas décadas se han desarrollado numerosos programas similares en toda Europa, pero ninguno de ellos ha conseguido su objetivo final de establecer una población viable y autónoma (Quevedo et al., 2005; Rodríguez-Muñoz et al., 2008). 

Con respecto al manejo del hábitat, las actuaciones en marcha se basan en la asunción de que la expansión del arbolado y el matorral como consecuencia del abandono del campo y la disminución de la actividad ganadera, han repercutido de manera negativa sobre la estructura forestal necesaria para el urogallo (FB, 2009). Sin embargo, en la Cordillera Cantábrica la ganadería ha experimentado un incremento en los últimos 20 años, y se observa una correlación negativa entre ese incremento y la presencia de urogallo (Blanco-Fontao et al., 2011). Por otra parte, la evolución reciente del área de distribución del urogallo cantábrico refleja una importante diferencia entre el sector occidental, que conserva actualmente los mejores núcleos de población, y los sectores central y oriental, en los que su desaparición parece inminente (Bañuelos y Quevedo, 2008). Esta evolución contrasta con la hipótesis del efecto negativo del abandono del campo, ya que en la mayor parte de las zonas del sector occidental de la Cordillera en que viven los urogallos, los usos tradicionales han sido virtualmente inexistentes durante las últimas décadas, y bosque y matorral cubren la mayor parte del territorio. Por tanto, con la información disponible, parece improbable que el programa de cría en cautividad o el manejo del hábitat, tal y como se está realizando actualmente, puedan repercutir positivamente en la conservación del urogallo (Rodríguez y Fernández, 2009). Por otra parte, la eliminación del matorral y el sotobosque podría incrementar las tasas de depredación, fundamentalmente sobre los pollos (Wegge et al., 2005; Kvasnes y Storaas, 2007), por lo que sus consecuencias son potencialmente muy negativas.

Otra medida propuesta en el vigente proyecto LIFE es el control de las poblaciones de depredadores naturales (FB, 2009). La eliminación de depredadores ha demostrado ser una medida eficaz para incrementar el tamaño de poblaciones sometidas a aprovechamiento cinegético, de cara a aumentar las capturas anuales (Baines et al., 2004; Summers et al., 2004), aunque sus efectos sólo han sido demostrados a corto plazo (Kauhala y Helle, 2002). Debido a que la depredación constituye el factor de mortalidad natural más importante en el ciclo de vida del urogallo (Tornberg, 2001; Reif et al., 2004; Wegge y Kastdalen, 2007), esta técnica ha sido aplicada en proyectos de conservación cuyo objetivo es el restablecimiento de poblaciones naturales automantenidas (Baines et al., 2004). No obstante, existen diferencias fundamentales entre el manejo enfocado a explotación y el dirigido a la conservación de poblaciones y ecosistemas naturales, por lo que la utilización de este tipo de medidas como herramientas de conservación es muy controvertida. Cabe destacar además que sus efectos desestabilizadores han sido escasamente valorados (Packer et al., 2003). 

Es necesario y urgente identificar los procesos que subyacen a la desaparición de los núcleos aún existentes, único modo de diseñar y poner en práctica protocolos de manejo que permitan revertir la situación. Todo ello pasa por el desarrollo de programas de investigación intensivos, particularmente en la Cordillera Cantábrica, donde la población se encuentra en una situación crítica. Para que estas medidas puedan tener éxito es necesario además el cumplimiento riguroso de la legislación vigente, y la paralización de las paradójicas actuaciones de las distintas administraciones implicadas, que continúan promoviendo o autorizando el desarrollo de obras y aprovechamientos contrarios tanto a los objetivos de las estrategias de conservación, como a sus líneas de actuación ya en marcha (BOCyL, 1999a, 1999b, 2003b, 2003a, 2006). Aunque aún existen importantes lagunas en el conocimiento del proceso de declive poblacional del urogallo cantábrico, el efecto de la escasez y fragmentación del hábitat está claramente documentado (Obeso y Bañuelos, 2003; García et al., 2005; Quevedo et al., 2006a; Quevedo y Bañuelos, 2007), por lo que parece razonable que las actuaciones prácticas se concentren en la recuperación de la cubierta forestal dentro del área de distribución histórica. La mejor referencia para definir el hábitat modelo hacia el que enfocar esa recuperación, está en los bosques del occidente de la Cordillera, donde se mantienen los últimos núcleos de población. En esos bosques los denominados usos tradicionales y la ganadería son actividades mayoritariamente inexistentes desde hace décadas, por lo que la actual estrategia encaminada a potenciarlas podría en realidad acelerar la extinción de la población. En su lugar, una gestión dirigida a potenciar la recuperación natural del bosque y que evite la intervención intensiva tal como la construcción de pistas, las rozas y aclareos o la explotación forestal, sería mucho más acorde con lo que sugieren los conocimientos disponibles. 

Resumiendo esta información en una tabla, queda en evidencia la grave discrepancia entre las amenazas del Urogallo cantábrico según los expertos y las medidas de conservación ejecutadas por el Life:



Anexo 1

Artículo "Abandonment of traditional uses in mountain areas: typological thinking versus had data in the Cantabrian Mountains (NW Spain)", lo que se podría traducir como: "El abandono de los usos tradicionales en zonas de montañas: el pensamiento tipológico frente a los datos en el Cordillera Cantábrica (NO de España)", publicado en el año 2011 por los investigadores de la Universidad de Oviedo Beatriz Blanco-Fontao, Mario Quevedo y José Ramón Obeso en la revista Biodivers Conserv. Lo puedes leer completo en: 

El Abstract traducido quedaría algo así como:

"Las políticas de conservación de la Red europea Natura 2000 reflejan una preocupación primordial sobre supuestos efectos negativos del abandono de los usos tradicionales. En particular, el abandono del pastoreo del ganado se supone que es responsable de la disminución de diversidad a través de la homogeneización del hábitat. Sin embargo, esos efectos negativos del abandono de la tierra en la biodiversidad no han sido directamente apoyados por los datos. Se analizó la evolución de la densidad del ganado en la Cordillera Cantábrica (NO de España) en los últimos 20 años, y su relación con la disminución de la ocupación de los cantaderos de urogallo. En lugar de la supuesta disminución generalizada en el número de cabezas de ganado, que ya ha sido incorporada a la gestión, encontramos un aumento real en el número de cabezas. Esos números de ganado se relacionaron negativamente con la presencia de una población distintiva en peligro de urogallo, un ave considerada una especie paraguas en los ecosistemas forestales de montaña. Así, nuestros datos no apoyan el presunto papel de la ganadería extensiva en la conservación de la biodiversidad. Consideramos que el pensamiento tipológico en la relación de los cambios socio-económicos y la conservación de la biodiversidad se debe reemplazar por datos y la consideración de la naturalidad de los ecosistemas".

En el siguiente vídeo se recoge la conferencia que impartió el coordinador del Life del Urogallo cantábrico Luis Robles el pasado 8 de abril de 2013 en la Universidad de León. Son 88 minutos y 36 segundos. Destaco la siguiente frase: "...si se come la última gallina que tenemos ahora mismo en Valdeón, que no nos quedan más en todos los Picos de Europa..." (minuto 59). https://videos.unileon.es/video/522

Postdata

En el "Atlas de las aves nidificantes de Asturies (1990/2010)" (en prensa) se puede leer en el apartado "Tendencias poblaciones": "Entre las especies características de nuestra avifauna, el urogallo es la que más rápidamente se encamina a la extinción, y se encuentra inmersa en una marcada regresión areal y poblacional. De los 291 machos que se censaron en 1982 (del Campo & García-Gaona, 1983), se pasó a 101 en 2000 y 2001 (González Quirós et alii, 2000, 2001). En la última década el ritmo de disminuación de la población podría haberse incrementado, especialmente en la mitad oriental, donde sólo se han censado siete machos en 2010 y la extinción parece inminente. Aunque el concejo de Degaña y alguna zona del de Cangas mantienen buena parte de su población, en el resto se han producido verdaderas debacles. En la parte leonesa de la Cordillera la situación es similar (Canut et alii, 2003). En cuanto a los extremos de sus área de distribución, en Cantabria sólo quedaba un macho en 2005 (probablemente ya se ha extinguido en la actualidad), y la especie ya está extinta desde hace años en Palencia (Jubete Tazo, 1997) y en Lugo (Canut et al.., 2003)." En el apartado "Conservación" puede leerse: "La regresión de la especie no tiene una causa clara, y son diversos los factores que, por separado o combinados, parecen haber provocado la situación actual (aislamiento, alteración y destrucción del hábitat, caza, depredación, competencia, cambio climático, etc.) (Obeso, 2003b). Todo esto ha venido acompañado de una deficiente gestión admnistrativa de la especie. La caza, tanto legal como furtiva, fue claramente un factor importante. Se estima que en la Cordillera Cantábrica se cazaron del orden de 6.000 aves, más de la mitad de ellas en Asturies, en la segunda mitad del siglo XX (Vigil Morán, en preparación). Un asunto grave en la actualidad es la conseción de cotos de caza en los que se incluyen montes con urogallos, donde anualmente se producen muertes -especialmente de hembras y jóvenes- por parte de cazadores de perdices o becadas. Este hecho se podría minimizar con un cumplimiento estricto de la legislación cinegética. La depredación sobre aves y huevos se produce mayoritariamente por parte del jabalí, el zorro, la marta, el águila real y el azor. En Alemania, Finlandia y Suecia se ha constatado una correlación negativa entre densidad de zorros o jabalíes, y densidad de urogallos (Klaus y Bergmann, 1994; Lindström et alii, 1997). En Asturies se identificó el tipo de depredador en 20 ocasiones durante el periodo del Atlas: 70% por ave rapaz y 30% por mamífero carnívoro (A. Vigil, en preparación). En cuanto a la competencia con otras especies, el impacto del ciervo sobre la vegetación es un problema muy grave. Por debajo de los dos metros los venados llegan a devastar todas las plantas (principalmente arandaneras) de las que se alimenta el urogallo, especialmente durante las nevadas y las sequías (Álvarez Usategui et alii, 1997), y lo dejan sin refugio frente a los depredadores o los temporales de nieve; además, este efecto incrementa la depredación sobre huevos y pollos, al dejar el suelo sin vegetación y reduce enormemente el alimento para los pollos (Obseo & Bañuelos, 2003). Los ciervos también causan molestias directas debido a su trasiego por los cantaderos. Vigil Morán & Álvarez Usategui (2004) hallaron una relación inversa entre altas densidades de ciervos y ocupación de cantaderos, y el núcleo occidental -sin presencia de ciervos- fue la única zona donde se mantuvo la población de urogallo entre 1982 y 2000. Se ha estimado que una densidad de más de 3 ciervos/100 ha conlleva efectos perjudiciales (Menoni, 1994), y en muchas zonas urogalleras de Asturies se alcanzan hoy en día densidades por encima de esa cifra -incluso superirores a los 10 venados/100 ha en los concejos de Casu, Sobrescobio, Piloña y Ponga- (Anónimo, 2004) incompatibles con la conservación del hábitat. La excesiva carga ganadera, principalmente de ganado vacuno -que en años secos llega a arrasar los estratos bajos de vegetación de los cantaderos- también tiene un importante impacto negativo. Tanto los incendios forestales como la minería a cielo abierto han destruido varios cantaderos y afectan a otros. También resulta grave la construcción de pistas en el entorno de los cantanderos. Es algo que ocurre en muchos concejos, y por ejemplo se da en el 40% de los cantanderos de Ayer, donde los cantaderos con más machos corresponden a las zonas de peor acceso (Álvarez Usategui et alii, 1997). La construcción de carreteras asfaltadas y de estaciones de esquí, aunque está limitada a menos localidades, tiene un efecto aún más grave. La destrucción del hábitat también va unida a la mala gestión administrativa, y pueden ponerse como ejemplos las cortas de miles de árboles entre 1994 y 1998 en montes públicos con cantaderos de Ponga o Teberga o los desbroces para pastos de cientos de hectáreas realizados entre 1997 y 1999 en los lindes de bosques con urogallos de Ayer y Cangas. El cambio climático también ha sido señalado aquí y en Centroeuropa como un posible causante de la disminución de la especie (Storch, 2000), principalmente debido a primaveras más lluviosas y a veranos más secos y cálidos. Todo esto conlleva una productividad muy baja, con un tasa de reclutamiento que no logra compensar la mortalidad de los adultos. Los datos recogidos por la Administración, si bien basados en pocas hembras, arrojan una media de 0,37±0,30 jóvenes por hembra y año para el período 1998-2000, lo que muestra la baja tasa de renovación que presenta la especie actualmente (Obseo, 2003a). Por otro lado, un estudio parasitario descartó el efecto negativo de los parásitos intestinales en la supervivencia y éxito reproductor de la especie (Obeso, 1999). Podemos señalar que en Muniel.los y su entorno (Cangas, Degaña e Ibias), un área relativamente bien conservada, con bosques extyensos no fragmentados, la población de urogallos sufre un declive menor, a pesar de la abundancia de depredadores. Por lo que respecta a la Administración, la gestión ha sido claramente inadecuada. No se realizó ningún censo completo entre 1982 y 1997, pese a que algunos censos parciales ya alertaban de una disminución cercana al 50% (Naves et alii, 1990; Álvarez Usategui et alii, 1997). En 1990 la especie se incluyó en el CREA en la categoría "sensible a la alteración del hábitat", pero el obligado plan de recuperación del hábitat no fue aprobado hasta 2003. La declaración de la especie como "en peligro de extinción", no tuvo lugar hasta 2005, tras la declaración a nivel estatal por parte del Ministerio de Medio Ambiente. En cuanto a las medidas de conservación, no se ha aplicado prácticamente ninguna. El plan de recuperación del hábitat para la especie no ha conseguido detener el declive. Se ha aumentado la presión cinegética sobre el ciervo desde el año 2003 en las Reservas Regionales de Caza, incluidas aquellas en las que se está expandiendo la especie en el suroccidente. Por otro lado, en 2009 se inauguró un centro de cría en cautividad de urogallos en Sobrescobio, presumiblemente sin perspectivas de viabilidad para los futuros ejemplares reintroducidos, a juzgar por los resultados de otras experiencias europeas (Rodríguez Muñoz et alii, 2008). Así mismo, en algunas zonas se han comenzado a realizar actuaciones de manejos de hábitat (desbroces, aclareos, etc.). Autores: Adrián Vigil Morán & equipo editorial". Hacia el final del libro puede leerse: "Algunas especies amenazadas, como el urogallo, siguen siendo víctimas de la caza furtiva. Recientemente se ha estimado en unas 6.000 las aves cazadas legal e ilegalmente en la Cordillera Cantábrica entre 1945 y 1995 (A. Vigil, com. pers.). "

2 comentarios:

  1. De los más completos y mejor expuestos textos sobre la problemática de esta especie. Me ha gustado mucho.
    Hacia finales de mayo intentaremos desde Ecos Astures realizar las II jornadas de sensibilización sobre el urogallo cantábrico. Necesitaremos apoyo y colaboración.
    Un saludo

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  2. Ya tenemos fecha y acto. Solo falta que los invitados acepten la propuesta, cosa que será muy difícil pero posible.
    http://ecosastures.blogspot.com.es/

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